martes, 11 de enero de 2011

ARGUEDAS EN EL INTERNET



ARGUEDAS EN EL INTERNET…


ARGUEDAS EN EL INTERNET…

Al acceder Al Internet en uno de los buscadores; YAHOO en español, se posibilitan más de 42,100 resultados o Páginas Web sobre José María Arguedas Altamirano, en los que se hace referencia a su vida y obra. Perspectiva también en otros buscadores y/o diferentes idiomas…

A continuación artículos sobre la vida y obra de José María Arguedas Altamirano, tomados del Intenet, que esperamos sean de utilidad para los estudiosos de este tema. En próxima edición un comentario a la “Ütopia Arcaica”, de Mario Vargas Llosa.

HOMBRES Y MUJERES QUE CAMBIARON EL MUNDO

JOSE MARIA ARGUEDAS

Escritor y antropólogo peruano. Su labor como novelista, como traductor y difusor de la literatura quechua, y como antropólogo y etnólogo, hacen de él una de las figuras claves entre quienes han tratado, en el siglo XX, de incorporar la cultura indígena a la gran corriente de la literatura peruana escrita en español desde sus centros urbanos. En ese proceso sigue y supera a su compatriota Ciro Alegría. La cuestión fundamental que plantean estas obras, pero en especial la de Arguedas, es la de un país dividido en dos culturas —la andina de origen quechua, la urbana de raíces europeas— que deben integrarse en una relación armónica de carácter mestizo.

Los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto plantea son el núcleo de su visión. Nacido en Andahuaylas, en el corazón de la zona andina más pobre y olvidada del país, estuvo en contacto desde la cuna con los ambientes y personajes que incorporaría a su obra. La muerte de su madre y las frecuentes ausencias de su padre abogado, le obligaron a buscar refugio entre los siervos campesinos de la zona, cuya lengua, creencias y valores adquirió como suyos.

Como estudiante universitario en San Marcos, empezó su difícil tarea de adaptarse a la vida en Lima sin renunciar a su tradición indígena, viviendo en carne propia la experiencia de todo trasplantado andino que debe aculturarse y asimilarse a otro ritmo de vida.

En los tres cuentos de la primera edición de Agua (1935), en su primera novela Yawar fiesta (1941) y en la recopilación de Diamantes y pedernales (1954), se aprecia el esfuerzo del autor por ofrecer una versión lo más auténtica posible de la vida andina desde un ángulo interiorizado y sin los convencionalismos de la anterior literatura indigenista de denuncia. En esas obras Arguedas reivindica la validez del modo de ser del indio, sin caer en un racismo al revés. Relacionar ese esfuerzo con los planteamientos marxistas de José Carlos Mariátegui y con la novelística políticamente comprometida de Ciro Alegría ofrece interesantes paralelos y divergencias.

La obra madura de Arguedas comprende al menos tres novelas: Los ríos profundos (1956), Todas las sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971); la última es la novela-diario truncada por su muerte. De todas ellas, la obra que expresa con mayor lirismo y hondura el mundo mítico de los indígenas, su cósmica unidad con la naturaleza y la persistencia de sus tradiciones mágicas, es Los ríos profundos. Su mérito es presentar todos los matices de un Perú andino en intenso proceso de mestizaje. En Todas las sangres, ese gran mural que presenta las principales fuerzas que luchan entre sí, pugnando por sobrevivir o imponerse, recoge el relato de la destrucción de un universo, y los primeros balbuceos de la construcción de otro nuevo. Otros relatos como El sexto (1961), La agonía de Rasu Ñiti (1962) y Amor mundo (1967) complementan esa visión.

El proceso de adaptación a la vida en Lima nunca fue del todo completado por Arguedas, cuyos traumas acarreados desde la infancia lo debilitaron psíquicamente para culminar la lucha que se había propuesto, no sólo en el plano cultural sino también en el político. Esto y la aguda crisis nacional que el país empezó a sufrir a partir de 1968, lo empujaron al suicidio, que no hizo sino convertirlo en una figura mítica para muchos intelectuales y movimientos empeñados en la misma tarea política. ©

ARGUEDAS PLURAL

M. Martínez / N. Manrique (eds). Amor y fuego. José María Arguedas, 25 años después. DESCO, CEPES, Sur. Nov. 1995, 403 pp.

La figura de José María Arguedas (Andahuaylas, 1911) ha ido adquiriendo cada vez mayor renombre en el ámbito de la cultura a partir de su muerte ocurrida en diciembre de 1969, al punto de constituirse hoy en día en una de las que mejor expresan el carácter pluricultural de nuestra patria.

Esta perspectiva múltiple de su obra en la que se yuxtaponen y unimisman el literato, antropólogo, folclorista, etnólogo, traductor, animador cultural, puede observarse en “Amor y fuego. JMA, 25 años después”, publicación que reúne las ponencias, comentarios y debates de los participantes al Seminario del mismo nombre que se llevó a cabo entre el 9 y 11 de noviembre de 1994.

De la amplia gama de trabajos presentados, destacamos el de Antonio Cornejo Polar, “Condición migrante y representatividad social”, quien desarrolla un nuevo eje semántico en la narrativa arguediana: la figura del migrante y el sentido de la migracción.

Nelson Manrique aborda en “JMA y la cuestión del mestizaje” uno de los problemas más complejos en la literatura y los estudios antropológicos arguedianos: la integración de las distintas vertientes de la sociedad peruana, escindida en realidades sociales, culturales, regionales y raciales muy diversas y, en algunos casos, contrapuestas. El mestizaje, constituye en su concepto una noción clave dentro de esa búsqueda arguediana de alternativas, entendido como la posibilidad de una integración armónica de esos elementos contrapuestos pero que no son, por su propia naturaleza, necesariamente irreductibles.

Para Manuel Castillo Ochoa la obra de Arguedas no puede ser leída en una sola dimensión ni bajo el prisma de una sola disciplina y que no puede dejar de analizarse a través del cambio y de la continuidad del tiempo histórico. La densidad de esta obra permite que pueda entenderse como una tarea que trata de encontrar la dinámica de la continuidad y el cambio de la sociedad peruana.

Una opinión discutible es la que sostiene José Tamayo Herrera, quien afirma que Arguedas hablaba una mezcla de castellano con quechua, un “quechuañol”, y que “hacía unas traducciones malas, otras regulares y algunas (...) disparatadas”. En el posterior debate Rodrigo Montoya se refiere al etnocentrismo o cusqueñismo de Tamayo, y puntualiza que hay que diferenciar entre el quechua que hablaba Arguedas y el que hablan sus personajes en sus novelas. Arguedas manejó muy bien los dialectos wanka, chanka e inka del quechua.

Un segundo aspecto que aborda el libro es el relativo a aspectos biográficos. En esta línea Jorge Cornejo Polar enfoca la labor cumplida por Arguedas al frente de la Casa de la Cultura entre 1963-64. Cecilia Rivera trata la infancia del escritor como el período donde se pueden encontrar las claves explicativas del desarrollo de su producción adulta. Finalmente, Rodrigo Montoya hace un recuento de su viaje a España a los mismos pueblos donde Arguedas tomó los datos para la elaboración de su tesis doctoral sobre “Las Comunidades de España y del Perú”.

Al finalizar la lectura puede percibirse un unánime sentimiento de admiración ante la obra desplegada por Arguedas, una de las figuras paradigmáticas que mejor refleja la forja de la peruanidad, integrada por todas las lenguas, todas las sangres.

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