NUESTROS APELLIDOS ESPAÑOLES...
Arturo Gutiérrez Velasco
Con la llegada de los españoles entre otras muchas cosas llegaron también los apellidos, de igual forma lo que se denominaría el mestizaje. En general, este término hace referencia al cruce de europeos, africanos e indígenas realizado a partir de 1492 en la América hispana. Todos los grupos sociales fueron permeables al mestizaje por lo que la población del continente americano es hoy fundamentalmente mestiza.
Sobre los apellidos en muchos países europeos, uno de ellos España es posible encontrar libros y más libros sobre el significado de los nombres propios, es decir de los nombres de bautismo o de pila, así como diccionarios clubes, asociaciones y páginas y páginas especializadas en el INTERNET, en los que tratan del origen de los apellidos españoles.
Mal o bien de ellos descendemos, constituyen nuestros ancestros y somos hereditarios de lo bueno y más de lo malo y estamos por siempre ligados a los apellidos con los cuales muchas veces nos lucimos. La función del apellido no es sino la servir de complemento al nombre de pila para evitar confusiones. La fijación de estos empieza con la difusión legal y notarial a partir de la edad media, en la necesidad de hacer constar un nombre hereditario como nombre de la familia ligado a la posesión sucesoria.
Según un voluminoso diccionario, los apellidos proceden del nombre del padre, o de un topónimo, es decir, del nombre de origen o de residencia, o bien de oficios cargos, títulos o de apodos. También, de aplicaciones onomásticas varias, consagraciones, bendiciones, augurios con el recién nacido y finalmente hay apellidos de origen desconocido o incierto que es lo que más tenemos por muchos lares...
Los apellidos también por su origen o historia pueden ser prerromanos, romanos, judío-cristianos, germánicos, judíos, árabes, extranjeros y gitanos y a esta relación hay que añadirle “registrales”, cuando el registrador de bautizos, semi analfabeto, o tartamudo quien como pronunciaba anotó mal el apellido y por generaciones se tiene que honrar dicho error.
Si somos inquisitivos podemos descubrir en los apellidos cierto linaje, es decir la procedencia establecida por descendencia sanguínea, y de repente sacar pecho y sentirnos nobles por que en una carta hallada en el desván se encuentra un lejano parentesco con un conde o heroico ciudadano. En la edad media, además del apellido era imprescindible la posesión de una sólida base económica. Eso no ha cambiado, es lo mismo ahora; tener buena cuenta bancaria, propiedades, varios grifos o cosechar en la selva papa blanca, “elevan los apellidos”.
Y para contentarnos, nuestro apellido figura en varios diccionarios, y más aún, podemos disponer por diferentes medios hasta de un colorido y complicado escudo, blasón o divisa, y lucirlo en la parte preferencial de una pared de la sala, en un llamativo cuadrito dorado entre el de nuestros ancestros y el del Santo de la devoción familiar, y a veces, equivocadamente hasta persignarnos ante él...
Toda esta breve explicación nos lleva a comprender, que si “escarbamos, por inga o por mandinga tenemos cierta nobleza en nuestros apellidos, algo de no se de quien y finalmente no sé de dónde”, pero si está establecido el cómo, es decir desde Cristóbal Colón y Pizarro, llegó junto con las epidemias…
Pero lo más trascendental en muchos apellidos, no importando el origen, es que ha sido forjado con una serie de principios y valores formados y logrados en mil pruebas por nuestros ancestros, donde aparte de blasones, linajes y bienes el apellido es nuestra mejor herencia y amables lectores, hay que honrarlo...
Finalmente, lo único que falta dilucidar es si nuestros nombres o apellidos como indican los especialistas se originan de apodos, o viceversa, mientras se dilucide esto podemos recordar en el próximo anexo nuestros apodos andahuaylinos recopilados e incrementados en el banco de datos de la RED CHANKA…
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