martes, 1 de junio de 2010

Crónica



APUNTE DE VIAJE

EL ALTO ORGULLO DE ANDAHUAYLAS. Alonso Cueto.
EL COMERCIO, EL DOMINICAL, 27/7/2003.

El carro desciende del aeropuerto entre golpes de piedras hacia la ciudad. Junto a nosotros corren los eucaliptos, las retamas, los pinos. Es domingo. Junto al camino algunos aldeanos están llevando sus animales a la feria. Pasamos por encima de un puente colonial. La pobreza aparece en la ropa empolvada en la dureza de los rostros. Sin embargo, uno de los redescubridores de este viaje es que el orgullo y la solidaridad aun son compartidos con la miseria.

La laguna de Pacucha, a 20 minutos de la ciudad es una llanura prodigiosa de agua, definida por líneas ondulantes. En las orillas se siente el susurro metódico contra las piedras. A nuestro ardedor, el perfil de las montañas se integra al universo del cielo azul. Hay un muelle y un barco pequeño. En el agua, que brota helada del subsuelo, hay pejerres, carpas, truchas. Sobre la superficie que cambia de color constantemente vuelan marihuanas, gaviotas, lecles. Tacamos. Cortinas de totora forman franjas liquidas en la orilla. El silencio parece multiplicar este escenario.

El hospital de Andahuaylas es un local plano sostenido por la voluntad de enfermeras, médicos y administrativos. Con el poco instrumental que tienen, los doctores realizan operaciones, asisten emergencias. Hay una cola de personas silenciosas, abrumadas, la mayoría de ellos con sombrero y ojotas. Médicos como Micaela Galván, Roberto Montoya, Sócrates Piña, y otros hacen lo que pueden que es mucho. En emergencias vi dos veces la misma imagen. Un joven echado y junto a el su madre, en posición de guardia tratando de espantar a la muerte mientras los médicos trabajan.

El doctor Montoya, Pediatra nos cuenta de un caso de ese mismo día. En la localidad de Chapi, en la selva de Ayacucho, una mujer gestante tuvo problemas en el parto. El feto se ahorco y se produjo lo que se llama una procidencia de mano: la mujer se quedo con su hijo muerto dentro de ella y la mano del bebe sobresaliendo de la vagina, Para que pudiera ser atendida, un grupo de amigos y parientes, construyo una camilla, y la trajo cargada cuatro días y noches sin apenas dormir. La mujer se salvo. Ahora los cargadores tienen los pies y hombros desollados en la sal de espera del hospital. Pero están satisfechos. Nadie s e entera en Lima de estos casos. Por supuesto que no. Los comuneros de Chapi eligieron el lugar más cercano. Al hospital de Ayacucho habrían llegado no en cuatro sino en siete días.

El local del cine convertido en teatro es el escenario de un espectáculo dominical de danza organizado por el INC y el Municipio. Parejas de bailarines con vestidos iluminados, juegos con hilos de lana, un conjuntote violín, flauta y arpa se complementan con números musicales como el de Isaac Vivanco y sus hijos. El teatro lleno y animado. Un publico numeroso que corea las canciones en quechua.

El doctor Cesar Venero es una figura de la ciudad. A falta de material quirúrgico modero, puede operar con un taladro, un alicate, y clavos. El taladro reemplaza al craneotomo, que se apaga solo una vez que perfora la masa craneal. Con el taladro tiene que medir en que momento ha llegado a la masa encefálica. Ha hecho cinco operaciones con el taladro y hoy todos sus pacientes hacen su vida normal. Por las tardes atiende en su consultorio, una dirección que conocen todos los taxistas. Héroe moderno, lo único que le interesa es que se muera la menor cantidad de gente posible en su ciudad.

Conversamos con Marco Antonio Ruiz del Municipio. Marco es un limeño que se fue a vivir a Andahuaylas y que no cambiaria la vida de la sierra por ninguna otra. Nos habla de la carretera a Abancay. Si se mejorara, estarían mejor conectados con el Cusco y el turismo se podría incrementar. Su jefe, el Alcalde Julio Huaraca es un campesino bilingüe, gano las elecciones en una ciudad de campesinos bilingües.

El frió va acentuándose con la subida al aeropuerto. LA ciudad queda debajo, como en un sueño real. Por que lo hemos visto, muchos andahuaylinos viven a fondo su identidad, el amor a su música, a sus paisajes, a sus héroes como Arguedas.
El orgullo esta bien asentado. La sierra es la columna central que atraviesa nuestro país. Solo si la sierra prospera, podrá hacerlo el Perú, el futuro de ciudades como Andahuaylas será el de todos nosotros.

La ciudad se fija en el fondo y me parece ver a un grupo de hombres con los pies desollados caminando con dificultad por la plaza. Son los cargadores de Chapi.

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