FOLKLOR

APURIMAC UN PUEBLO QUE LUCHA Y DANZA

Arturo Gutiérrez Velasco
La danza que se inició en la soledad, en la aldea y entre fetiches, cuando el hombre imploraba o invocaba a sus divinidades con la pantomima o el ritmo de su cuerpo, colectiva o individualmente, es una expresión de la vida social anudada en el ritmo, en la que participa todo el pueblo.

En el contradictorio “papel arrugado” de su tierra, el hombre apurimeño, enclaustrado por cumbres y abismos, ríos indómitos como su gente, dominado por los verdes campos de su valles profundos y los azules intensos de su cielo, DANZA..

Danza, con la alegría de vivir, en centenares de polícromas fiestas vinculadas a la “pacha mama”, al trabajo, la ganadería, minería, la fe, Todavía con su ancestral atraso, se desfoga en la expresión más humana: la danza.”

Su elemental lenguaje poético o sus anacrónicas contorsiones de figuras del siglo XVI o XVII, nos hablan con sus tristes melodías, o con su estallido de alegría de tinñas o charangos, del hambre, de la soledad, de la angustia y más de la alegría de vivir, de un pueblo interandino que lucha por su desarrollo.

Cada una de las provincias de Apurímac es una cantera por su riqueza y variedad para los estudiosos del folklor, sin embargo, hasta la fecha no se ha hecho un trabajo efectivo por revalorar este Patrimonio.

En la provincia de ANTABAMBA... “La Huaylía de Antabamba” es la única danza declarada como Patrimonio Cultural, sin embargo, en el Internet ni en otros medios no se encuentra, ni se menciona ninguna danza del Departamento de Apurímac. En la provincia de ANDAHUAYLAS” “LA DANZA DE LOS NEGRILLOS” “LOS NEGRITOS DE HUANCARAY”