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Nuestro
querido y bien amado personaje llegó al Perú después de la primera guerra
mundial con tres amigos representando al Club Esparta de Checoslovaquia, para
recorrer, el continente en bicicleta, aún se mantienen los libros con las
firmas de los presidentes de los países que visitaron.
INMIGRANTES, CHECOESLOVAQUIA.
ING. YAROSLAVL SCHREIR LESNI
Celia Schreir Ibañez.

Conto
que cuando estuvieron en Brasil en plena selva acamparon tres amigos, dos de
ellos salieron a buscar alimentos cuando regresaron encontraron solo el
esqueleto, los huesos de su compañero - las marabuntas lo habían
devorado – .
Se
sabe que Yaro como le decían, en su
infancia fue considerado un niño prodigio
en el colegio, dio su primer
concierto de violín cuando apenas había cumplido los seis años, luego a partir de los 11 años en muchos
auditorios de Praga, regaló la música
que compuso al pueblo que lo vio nacer…
Fue
ingeniero civil graduado, aunque lo
conocieron como “un mil oficios y especialidades”.
Fue poliglota; hablaba siete idiomas, inclusive aprendió el quechua. En esa época eran pocos los profesionales
especialistas en puentes y el era un experto en ese campo, con ese motivo con su inseparable moto viajaba constantemente con el tema “puentes”, así lo recuerdan todavía en muchos lugares
donde se mantienen sus obras.
La
historia se remonta a uno de sus viajes, precisamente llegando de chile conoce a la
señorita Celia Ibáñez, farmacéutica de la
Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, ella vivía con su padre don Lucas
Ibáñez en el distrito de Huacho, Lima, administrando la conocida farmacia “Logorio” ,
allí se conocieron y don Yaroslavl
perdidamente enamorado permanecía siempre en Huacho. Así un buen día doña Celita Ibáñez decide
viajar a Andahuaylas, no mucho tiempo después el Ing. Yaroslav también llegó a
san jerónimo, ella tendría treinta años
y se casaron el año 1936, fruto de esa
unión vinieron a este mundo para felicidad de ellos sus hijas: Milada, Yirka, Sonia, quien nos dejo y Celia.
Yaroslavl,
de temperamento abierto, era amigo de
todos y como músico que era enseñaba,
dictaba clases de música y canto a las
señoritas que lo desearan. También formaba coros y grupos de danzas con su
capacidad y vocación de servicio.
Como fiel testimonio podemos nombrar a la Profesora Dorita Quino y Dora Alarcón,
quienes amenizaron las veladas de esos tiempos.
Un lugar muy especial para él era
el club de tiro del cual era socio, con su inagotable creatividad y dominio de la
mecánica siempre estaba en lo nuevo, un
experto fabricando los repuestos que se necesitaban, siendo uno de sus alumnos predilectos don
Pancho Molero, también un experto e inventor
en la fabricación de repuestos de toda clase.
Por esos años también llegó al Perú su
hermana Zdenka quien a la postre resulto siendo esposa de otro gran hombre el Dr. Hugo Pesce, con quien compartió una
serie de vivencias y vivió varios años en una casa de la calle “Amargura. El Dr.
Pesce fue muy amigo de José Maria Arguedas y del Che Guevara. Hasta que un día lamentablemente Don Yaro
sufrió un golpe en una cornisa con lo
que le sobrevino un derrame cerebral y dejo
para su familia y amigos un vacio imposible de colmar.
Es necesario comentar que mis padres madre, miraban pasar
por su puerta a los niños rumbo a
las escuelas de San Jerónimo, es así que
ante la posibilidad de la creación de un colegio secundario técnico, frente a muchas ofertas económicas ventajosas para ella prefirió que el terreno
ubicado al frente a su casa la quinta “Buena Vista” (72,000 m2), sirviera para el funcionamiento del Colegio
Agropecuario N° 1 de San Jerónimo, posteriormente el Instituto Agropecuario N ° 8, que opero como tal desde el año 1946 hasta el año 1972, momento en el que la Ley de Educación convierte a todos los planteles
de Educación Técnica en Planteles de
Educación Básica Regular, con lo que se
renovó su infraestructura, ahora moderna y de nivel primario y secundario.
Finalmente, quiero agradecer la oportunidad de
complementar, de alguna manera, nuestra historia jeronimiana, con esta semblanza que no alcanza a ser una
biografía como tal, pero que refleja el testimonio, la presencia de un ilustre inmigrante que si bien
nació en Checoeslovaquia fue finalmente andahuaylino: mi señor padre el Ing.
YAROSLAVL SCHREIR LESNI.
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